El recital tuvo el sabor de lo nuevo, con la primera visita del grandísimo pianista Gerhard Oppitz a la Sociedad de Conciertos de Alicante y el reencuentro con el violinista Gil Shaham, uno de los maestros de este instrumento que vino a Alicante por primera vez en 1997 y que hacía casi dos décadas que no participaba en esta programación. Dos virtuosos de excepcional destreza técnica que emocionaron al público por la calidad del programa escogido y por la brillantez y compenetración de su magnífica interpretación.

Abrieron la actuación con La Sonata para violín y piano n.º 1 en la menor, Op. 105, de Schumann, una obra grande en el repertorio de música de cámara del compositor alemán, que sonó llena de intimidad. Los movimientos exploran una amplia gama de emociones, desde la melancolía hasta la exaltación pasional. Gerhard Oppitz y Gil Shaham crearon un intenso diálogo, cercano y equilibrado, entre el violín y el piano, que compartieron protagonismo intercambiando melodías y pasajes virtuosos en una conversación musical fluida y llena de complicidad. Los contrastes dramáticos resaltaron los momentos más emotivos de la obra: desde pasajes líricos hasta los más enérgicas y apasionados.

Abordaron a continuación, La Sonata para violín y piano n.º 1 en Sol mayor, Op. 78, de Brahms, una obra central en el repertorio de música de cámara del siglo XIX y una muestra sobresaliente del talento y la creatividad de Brahms. Los artistas desplegaron una serie de temas memorables y expresivos creando un ambiente lleno de serenidad. De nuevo los artistas consiguieron un equilibrio perfecto entre el violín y el piano, que ofrecieron líneas melódicas, acompañamientos y pasajes virtuosos en una conjunción excepcional, que entusiasmó a un público entregado a una pieza que sonó profundamente conmovedora y emotiva.

En la segunda parte del concierto tocaron La Sonata para violín y piano, Op. 134, Shostakovich, una obra significativa dentro del repertorio de música de cámara del siglo XX, de estilo vanguardista, llena de contrastes dramáticos. La pieza también ofrece un marcado carácter sarcástico y satírico, con Pizzicatos puntiagudos y percusivos que aportaron patrones rítmicos complejos. La interpretación generó una atmósfera de tensión y emotividad gracias a unos bellos cambios dinámicos y expresivos.

La obra estuvo llena de referencias musicales desde melodías folclóricas rusas hasta fragmentos de obras de Bach y Beethoven, que incorporaron profundidad y complejidad al tejido musical de la pieza, que contrastan con elementos de sarcasmo y humor oscuro que reflejan la actitud crítica del compositor antes los tiempos que le tocaron vivir.

Los asistentes aplaudieron largo rato a los dos artistas que, para cerrar su presencia, interpretaron el Scherzo la Sonata  F-A-E, de Brahms.

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