El violinista Miquel Muñiz, ganador del XXXIX Premio Nacional de Interpretación Sociedad de Conciertos de Alicante – Oftalvist Clínicas Oftalmológicas, dio muestras de su gran madurez y dominio técnico en la maravillosa actuación que ofreció junto al pianista Vadim Gladkov, en el Aula Cultura de la Fundación Mediterráneo. Ambos afrontaron con éxito un programa que incluía piezas de mucha dificultad, que entusiasmaron al público.

La primera pieza que interpretaron fue Tzigane, de Ravel, una composición fascinante que respira la esencia del estilo gitano húngaro, muy exigente para los artistas, conocida por su extremado nivel de dificultad técnica, que Miquel Muñiz superó con solvencia, sobre todo en los pasajes rápidos, las dobles cuerdas, los armónicos y pizzicatos. El resultado fue una interpretación llena de colorido y vitalidad.

Afrontaron de inmediato la Sonata para violín y piano en La mayor, de Franck una obra en la que el violín y el piano tienen una importancia equilibrada, con espacios solistas destacados. Es una obra llena de lirismo y calidez, lo que genera una sensación de intensa emotividad por la rica y cromática paleta armónica. Destacan las texturas contrapuntísticas muy elaboradas, con diálogos entre el violín y el piano, así como el gran dinamismo entre pasajes enérgicos, como el segundo movimiento, y el lirismo del primero. Especialmente brillante sonó el original tercer movimiento, un espacio para la reflexión.

Abrió la segunda parte la Sonata para violín y piano n.º 1 en Fa menor, Op. 80,, de Prokofiev, una obra monumental, poderosa y conmovedora, del repertorio violinístico. Se trata de una pieza de gran intensidad emocional, que transmite una profunda angustia, oscuridad y melancolía, reflejo de los tiempos tumultuosos en los que fue compuesta. La composición ofrece ritmos complejos y temas angulares y disonantes, para crear una atmósfera inquietante y llena de dramatismo. El uso de la técnica sul ponticello, contribuyó a generar un sonido fantasmal, especialmente en el primer y último movimientos. La interpretación culmina con un cierre misterioso y fantasmal, donde el violín y el piano alcanzaron un pianissimo etéreo,

Un Nocturno y Tarantella, Op. 28, de Szymanowski, fascinante y polifacético, lleno de riqueza estilística e influencias exóticas, sirvió para cerrar el programa. Los dos movimientos, ofrecen una amplia gama de emociones y estilos, desde la serenidad contemplativa hasta la energía frenética. Ambos movimientos presentan una textura densa y compleja, que expresan un lirismo sereno. El piano y el violín interactúan estrechamente, creando capas de sonido que enriquecen la paleta tímbrica de la obra. Miquel Muñiz y Vadim Gladkov mostraron su virtuosismo superando los desafíos técnicos tanto en los pasajes rápidos, en las dobles cuerdas y en los efectos especiales del violín, como en la técnica pianística. El final de la Tarantella, enérgico, casi frenético, cerraron la interpretación con un clímax emocionante.

Les público premió su esfuerzo con un gran aplauso y ambos artistas les regalaron la Danza Española de La Vida Breve, de Manuel de Falla.

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